Cerrar

Rito de entrada

Recibimos al sacerdote de pie en señal de respeto.
Se acerca al altar y lo besa. ¿Por qué besa el altar al llegar? Porque el altar representa a Cristo, y porque ahí vendrá Jesús dentro de unos minutos; nada más llegar se encontrará ese beso.

S:En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
T:Amén.

Con la señal de la Cruz se nos recuerda que la Santa Misa es la Renovación del Sacrificio de Jesús en la Cruz por nuestros pecados.

S: Hermanos, para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados.

Como vamos a estar muy cerca de Dios, tenemos que prepararnos, y tenemos que limpiarnos. Por eso con esta oración le pedimos perdón.

Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. (Llevando la mano al pecho)
Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios nuestro Señor.

S: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
T:Amén.
S: Señor, ten piedad.
T: Señor, ten piedad.
S: Cristo, ten piedad.
T: Cristo, ten piedad.
S: Señor, ten piedad.
T: Señor, ten piedad.

Gloria

 El Gloria se reza los domingos o en fiestas especiales. Esta oración expresa la grandeza de Dios. Nos alegramos de que Él exista, y gritamos con gozo:

Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos, te adoramos,
te glorificamos,
te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros;
porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor,
sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.

Liturgia de la Palabra

 

Primera lectura y Salmo Responsorial

El Señor nos enseña por la Sagrada Escritura. Ahora se leerá un texto, donde escuchamos la palabra de Dios revelada a sus profetas y Apóstoles. Pide al Espíritu Santo que entiendas el sentido de las palabras que escuches.

Al terminar:
S: Palabra de Dios.
T: Te alabamos Señor.

Evangelio

El sacerdote, inclinado ante el altar, dice en voz baja:
Purifica mi corazón y mis labios, Dios todopoderoso, para que anuncie dignamente tu Evangelio.

S: El Señor esté con vosotros.
T:Y con tu espíritu.
S:Lectura del Santo Evangelio según San [.....]
T:Gloria a Ti, Señor.
Una vez leído el Evangelio, el sacerdote dice:
S:Palabra del Señor.
T:Gloria a Ti, Señor Jesús.

El sacerdote besa el libro, diciendo en voz baja:
Que las palabras del Evangelio borren nuestros pecados.

Credo

Se reza los domingos y días de fiesta.

En esta oración se resume las principales verdades de fe en las que creemos los cristianos: que Dios es Creador, que envió a su Hijo para salvarnos del pecado y que sigue actuando por medio del Espíritu Santo y su Iglesia

Creo en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.

Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.

Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén

A continuación, se hace la 'Oración de los fieles' o preces, que son unas plegarias que el sacerdote o algún asistente va leyendo y el pueblo responde:
- Te rogamos, óyenos.

Ofertorio

El sacerdote presenta y ofrece sobre el altar el pan y el vino que, por la consagración, se convertirán en el Cuerpo y en la Sangre del Señor.
El pan que se ofrece es el resultado del trabajo del hombre; por eso, cuando el sacerdote levanta la patena, podemos ofrecerle al Señor nuestras cosas: nuestro estudio, trabajo, deporte, alegrías, dificultades y nuestros buenos deseos de luchar por ser cada día mejores cristianos.

S: Bendito seas, Señor, Dios del Universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos: él será para nosotros pan de vida.
T:Bendito seas, por siempre, Señor.

Ahora el sacerdote ofrecerá el cáliz. En él hay un poco de vino mezclado con unas gotas de agua que se convertirá en la Sangre de Jesucristo. En esas gotas de agua están simbolizados nuestros sacrificios, que unidos a la Misa alcanzarán un gran valor. Ofrécelos al Señor y ofrece junto a ellos el dolor de todas las personas que sufren.
El sacerdote dice en voz baja mientras pone vino y un poco de agua en el cáliz: El agua unida al vino sea signo de nuestra participación en la vida divina de quien ha querido compartir nuestra condición humana.

S:Bendito seas, Señor, Dios del Universo, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos: él será para nosotros bebida de salvación.
T:Bendito seas, por siempre, Señor.

El sacerdote, inclinado, dice en secreto:
Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro.
Mientras el sacerdote se lava las manos, dice en secreto:
Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.
El celebrante se va al centro del altar y, de cara al pueblo, dice:

S:Orad, hermanos, para que este sacrificio mío y vuestro, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
T:El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

Oración de las ofrendas

Prefacio

En el prefacio la Iglesiaalaba yda gracias a Dios Padre por todas las cosas que nos concede.
Atento para darle gracias por todo lo que tienes: familia, amigos, habilidades…

S:El Señor esté con vosotros.
T:Y con tu espíritu.
S:Levantemos el corazón
T:Lo tenemos levantado hacia el Señor.
S:Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
T:Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado.
Por Él, que es tu Verbo, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María, la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor.
Él, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz, y así adquirió para ti un pueblo santo.
Por eso, con los ángeles y con todos los santos, proclamamos tu gloria diciendo:

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el Cielo.

PLEGARIAS EUCARÍSTICA II

Empieza la parte más importante de la Misa. Renovamos el sacrificio de Cristo, y con Él nos entregamos nosotros mismos.

Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad;

Por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera que se conviertan para nosotros Cuerpo y Sangre de Jesucristo, nuestro Señor.

El cual, cuando iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada, tomó pan; dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo:

Tomad y comed todos de él,
porque esto es mi Cuerpo,
que será entregado por vosotros.

El sacerdote eleva y nos presenta la Sagrada Hostia y luego se arrodilla en actitud de adoración ante la presencia real del Señor. Tu puedes ir diciendo al Señor interiormente: “Señor mío y Dios mío”. Y dile con tus palabras que quieres ser más amigo suyo.

Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Tomad y bebed todos de él,
porque éste es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna,
que será derramada por vosotros y por muchos
para el perdón de los pecados.
Haced esto en conmemoración mía.

El sacerdote eleva y nos presenta el Cáliz y luego vuelve a arrodillarse. Tu puedes ir diciéndole interiormente: “Auméntame la fe, la esperanza, la caridad”. Aprovecha para pedir por tus padres y hermanos, para que os queráis más.

S:Este es el sacramento de nuestra fe.
T: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección,
¡Ven, Señor Jesús!

Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.

Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo.

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra y con el Papa N., con nuestro obispo N. y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad.

Acuérdate también de nuestros hermanos que durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro.

Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo San José, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas

Toma la patena, con el pan consagrado, y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
Por Cristo, con Él, y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.

T: Amén.

Rito de la comunión

Nos preparamos para recibir a Jesús con cariño. Antes de comer el mismo pan, nos reconocemos hermanos de Cristo e hijos del mismo Padre.

S:Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza,nos atrevemos a decir:

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

Líbranos Señor de todos los males, y concédenos la paz en nuestros días,para que, ayudados por tu misericordia,vivamos siempre libres de pecadoy protegidos de toda perturbación,mientras esperamos la gloriosa venidade nuestro Salvador Jesucristo.
T: Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria,por siempre, Señor.

Señor Jesucristo,que dijiste a tus apóstoles:«La paz os dejo, mi paz os doy»,no tengas en cuenta nuestros pecados,sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra,concédele la paz y la unidad.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
T:Amén.

S:La paz del Señor esté siempre con vosotros.
T:Y con tu espíritu.

El rito de la paz significa la unión con los demás hombres por el amor, que queda fortalecido por la Eucaristía. Podemos pedir ahora al Señor por la paz en nuestros días.

S:Daos fraternalmente la paz.
Y todos, según la costumbre del lugar se dan la paz.

El sacerdote deja caer en el cáliz una parte del pan consagrado, diciendo en secreto:
El Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz, sean para nosotros alimento de vida eterna.
Mientras tanto se canta o se recita:

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.

El sacerdote reza la oración para la comunión.
Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre no sea para mí un motivo de juicio y condenación, sino que, por tu piedad, me aproveche para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.
El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado, lo eleva y lo muestra al pueblo, diciendo:

S:Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.
T:Señor, no soy digno de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya bastará para sanarme.

El sacerdote, después de comulgar con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, lee la 'Antífona de Comunión' que corresponde a ese día. Seguidamente, se acerca a los que quieren comulgar y mostrándoles el pan consagrado, dice a cada uno de ellos: El Cuerpo de Cristo. El que va a comulgar responde:Amén

Después, sentado o de rodillas, tiene lugar la purificación, que es cuando se limpian la patena y el cáliz. Mientras tanto, puedes aprovechar para hablar con el Señor

Oraciones para después de comulgar

Darle gracias

Pedirle cosas

Adorarle

Pedir perdón


Rito de Conclusión

S:El Señor esté con vosotros.
T:Y con tu espíritu.
El sacerdote bendice al pueblo y nosotros nos santiguamos con la señal de la Cruz:
S:La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
T:Amén.
S:Podéis ir en paz.
T:Demos gracias a Dios.

El sacerdote besa con veneración el altar, como al comienzo y se retira a la sacristía. La Santa Misa ya ha terminado, los fieles pueden salir del templo si lo desean o seguir en lo que se denomina la 'Acción de Gracias', en la que cada uno, en oración íntima con el Señor, se dirige a Él con confianza, cariño y delicadeza por haberlo recibido en la comunión.